domingo, 20 de mayo de 2012

I. El Secuestro de Dalila: Parte 01


Ya era demasiado tarde y la princesa yacía tendida sobre la hierba junto a su enamorado Lycaon, ambos con una puñalada en el corazón. El arma permanecía clavada en el pecho del joven y con ello la fatal profecía del dios Al-Muzzer se había cumplido. Armored, guardiana de Dalila, ya nada podía hacer.

Durante los primeros veintiún años de Dalila, la guardiana Armored había estado a cargo de su cuidado, labor que se hacía apartada del mundo de los dioses, viviendo en un palacete perdido dentro del bosque cercano a la ciudad de Aldaba en el mundo de los mortales. 

Los planes habían cambiado una noche antes de que Dalila cumpliera sus veintiún años, al cabo de los cuales estaría lista para ascender a su vida inmortal entrando al Panteón -donde gobierna su tío Sorón, dios de la justicia y emperador de las casas Ixtán y Rhaan-. Pues ahora la joven yacía sobre la hierba y no llegaría a la ceremonia de ascensión, porque había puesto fin a su vida, aún, semimortal.

La nodriza veía el largo y oscuro cabello de la joven y no dejaba de invadirla el miedo y la angustia. Corrió en lágrimas a la laguna junto al refugio, y mirando el reflejo de la luna en el agua rogó por su vida. Mientras secaba sus lágrimas, la luna en el lago se eclipsó. Levantó la vista al cielo, pero ningún eclipse tenía lugar en ese momento. Sorprendida volvió a mirar hacia el agua, y notó que una oscura figura la miraba del otro lado del lago, no era un ser humano, ni un ser antropomorfo, era el mismísimo Al-Muzzer, dios del inframundo.

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